El fin de semana del 23 de febrero, fue tiempo de emociones. En el ámbito familiar, he pasado a la
categoría de“requete-quete-tío” (aprovecho la tribuna para felicitar a mi
hermano mayor por su reciente paternidad) y, en el ámbito lúdico-wargamero, a guiñapo de trapo.
De lo primero no hablaré, cada uno que se haga una
composición de lugar, pero si vengo a hacer mi análisis aquí, a petición del
Gran Fatelowsky, aunque como podrán comprobar, aprender de las derrotas es tan
constructivo como doloroso.
En fin, que este sábado se celebraba torneo de Warhammer Fantasy en la tienda La Comarca Games, y allí fui yo ufano a apuntarme. Hace tiempo que vengo haciendo mis pinitos en esta 8ª edición, escusa mejor que buena para ir afinando mi ejército de Reinos Ogros. Y mal no me ha ido, pues cuento unas cuantas victorias en mi haber, fruto de la constancia y una lista que engloba las miniaturas de Ogros que más me gustan: Una “tortilla” de Ogros, Caballería tocha, un Colmillos de Trueno (que es mi ojito derecho) y una unidad vintage de Comehombres, Cazador y Colmillos de Sable y, finalmente, unos personajes conversionados como Portaestandarte de Batalla y Maestro Carnicero, completan una lista que me gusta, estética y lúdicamente.
Pues allí me planté por la mañana, minis, metro y dados en
ristre, dispuesto a vender cara mi piel ogra y con la esperanza de conocer
nuevos warhammeros a los que retar y también de ver como las gastan ejércitos
con los que nunca me había enfrentado y, solo en eso, sí tuve suerte.
Mi primer contrincante se plantó en la mesa con muy pocas
unidades, cosa que me desconcertó. Se trataba de un ejército de Demonios de
Caos, con Nurgle como patrón. Alrededor del pestilente Epidemius, dos unidades
de demonios de Nurgle con sus heraldos, un Aplastador y una albóndiga
putrefacta en forma de Gran Inmuncia (ambos de Forge World, una pasada) y para
rematar unas peanas de Nurgletes.
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En la foto, la cosa tocha de Forge. Una unidad más, Epidemius y la Gran Inmundicia completan el elenco (sic) |
Ante un frente tan pequeño, y incertidumbre de ser un ejército para mi
desconocido, desplegué toda la chicha
delante de él, la unidad de ogros con el Porta de Batalla y el Carnicero frente
a la unidad de Epidemius, los Comehombres frente al Aplastador, y en medio de
ambas el Colmillos de Trueno, para darles la ventaja de su aura de frío. Y en
mi flanco derecho, dispuestos golpear con fuerza, el Cazador con los Colmillos
en “Vanguardia” más las dos unidades de Caballería Ogra.
Resumo: mi carga por el flanco se estrelló, literalmente,
contra la Gran Inmundicia. Los Comehombres le dieron matarile al Aplastador,
pero se quedaron descolgados. Mientras, mi "tortilla" de Ogros caía frente a la
unidad de Epidemius y los ataques envenenados a 4+ que me daban hasta en el DIMLA (documento de identidad de las Montañas de los Lamentos). Eso y unos dados cargaditos que sacaban 5 y 6, para
salvar cualquier herida.
Conclusión, mata a Epidemius antes de que las reglas especiales que
va acumulando durante la partida le den una ventaja insalvable. Demonios de
Nurgle, pocos, sí, pero, ¿para qué quieres más? No abundo, porque van a sacar
el libro nuevo en estos días y, si cambia, de poco va a servir.
La segunda partida que tuve fué contra un contrincante imperial. Una lista de caballería pura, con los carros especiales, el que parece un cañón láser y el que parece un observatorio astronómico. Una pasada de vistoso, la verdad.
Pero el que se lo iba a pasar pipa, era el Rey, nada menos que el mismísimo Karl Franz estaba allí, con su grifo, que entró por un lado y salió por el otro a modo de paseillo. Eso despues de que su primer tiro de cañón de la partida le clavara 6 heridas a mi Colmillos de Trueno, cosa que te deja la moral por los suelos...
El resto se resume en que me quedé muy atrás, que cuando conseguí acercarme los tiros me había dejado para el arrastre, y una carga de caballería dió la traca final. Conclusión: si llevas un ejército como el Ogro, que vas de asaltar para ganar, no te quedes atrás, mirando como los cañones y un rey te destrozan. Siempre adelante. Para atrás ni para coger carrerilla...
Y asi finalizó mi incursión en este torneo. La noticia de la paternidad de mi hermano me llegaba en plena debacle imperial, y para allá me fuí, al fin con una buena noticia respecto a una nueva miniatura, llegada a este mundo para alegría y goce familiar. Una magnífica organización garantizó un suplente y allá me despidieron con palmadas en la espalda y felicitaciones al requetequetetío. Una promesa en el aire: Volveré y me quedaré hasta el final, a ver si me consigo sobreponer a esta.
Pero el que se lo iba a pasar pipa, era el Rey, nada menos que el mismísimo Karl Franz estaba allí, con su grifo, que entró por un lado y salió por el otro a modo de paseillo. Eso despues de que su primer tiro de cañón de la partida le clavara 6 heridas a mi Colmillos de Trueno, cosa que te deja la moral por los suelos...
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Que vienen los Ogros!!! Tranquilo tio, a cañonazos acabamos con el problema... |
El resto se resume en que me quedé muy atrás, que cuando conseguí acercarme los tiros me había dejado para el arrastre, y una carga de caballería dió la traca final. Conclusión: si llevas un ejército como el Ogro, que vas de asaltar para ganar, no te quedes atrás, mirando como los cañones y un rey te destrozan. Siempre adelante. Para atrás ni para coger carrerilla...
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Listos para dar matarile. Y muy bien pintados... |
Y asi finalizó mi incursión en este torneo. La noticia de la paternidad de mi hermano me llegaba en plena debacle imperial, y para allá me fuí, al fin con una buena noticia respecto a una nueva miniatura, llegada a este mundo para alegría y goce familiar. Una magnífica organización garantizó un suplente y allá me despidieron con palmadas en la espalda y felicitaciones al requetequetetío. Una promesa en el aire: Volveré y me quedaré hasta el final, a ver si me consigo sobreponer a esta.